lunes, junio 10, 2013

VII CINES DEL SUR J01 Thy Womb de Brillante Mendoza

Cuando están muy cerca de cumplirse los mil años desde la fundación de esa ciudad irrepetible que es Granada, el Festival Cines del Sur alcanza su séptima edición en medio de los inevitables recortes. La cultura, hartos estamos ya de repetirlo todos los que nos dedicamos a esto, no puede someterse a la ceguera infame de depender de criterios exclusivamente económicos. Por suerte así parece entenderlo la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, un año más principal soporte y valedor de un certamen muy especial que tiene el atrevimiento de programar excelentes películas de latitudes remotas, sin nombres conocidos, glamour alguno o ganchos mediáticos con los que poder comprar espacios publicitarios en medios generalistas.


Lo de Cines del Sur es una misión casi suicida: se dedica a programar un cine de enorme calidad, imposible de ver de otra forma pues a diferencia de otros certámenes los títulos que componen la Sección Oficial de Cines del Sur rarísima vez llegan a alcanzar distribución comercial en nuestro país. La estupenda ganadora del año pasado, la chilena De Jueves a Domingo, consiguió el milagro de estrenarse hace unas semanas en un par de salas y la iraní A Cube Of Sugar se pudo ver en Cineteca gracias al esfuerzo de Javier Tolentino y El Séptimo Vicio… pero son excepciones a un triste sino que ha condenado al olvido a un buen puñado de obras maravillosas.


Los que seguimos este Festival desde sus comienzos sabemos de la importancia de su labor, de la calidad de la cuidada programación que nos sirven Mirito Torreiro y Gloria Fernández, de lo especial que es un certamen al que le cuesta obtener el reconocimiento que merece incluso dentro de su propia ciudad, aunque en honor a la verdad hay que reconocer que el lleno absoluto del Teatro Isabel La Católica anoche en la Gala de Inauguración resultaba un dato de lo más alentador.


Si, Cines del Sur lo ha conseguido un año más: diez títulos a concurso en su Sección Oficial procedentes de Filipinas, Japón, Egipto, Turquía, Kenya, Ecuador, Argentina, China, Kazajstán o Túnez; una sección de cine documental servida por el Festival de Al Jazeera que inicia así una colaboración permanente que resulta de lo más ilusionante y una retrospectiva auspiciada por la Fundación Japón en el que paladearemos un completo ciclo sobre el cine de Kiju Yoshida y Mariko Okada, que revolucionaron el cine japonés en lo que se llamó La Nueva Ola de Shochiku, más las habituales Pantallas Abierta (¡Cine al aire libre: maravilloso!), Milenio, Tan Lejos, Tan Cerca o Perlas del Sur. Lástima, eso sí, que tantos platos apetecibles coincidan en un mismo horario entre las 19:00 y las 22:00 obligando a decisiones que implican sacrificios de secciones completas. Este cronista se quedará con la Sección Oficial a concurso y la Nueva Ola de Shochiku por razones eminentemente prácticas: ambas se proyectan en un solo espacio.


La Sección Oficial se inauguró anoche con THY WOMB – algo así como Tu Vientre – del filipino Brillante Mendoza, un viejo conocido de Granada (estuvo ya con Serbis y Tirador) desde antes incluso de alcanzar un notable prestigio internacional. Mendoza nos lleva en esta ocasión a Sitangkai, una comunidad de pescadores en la remota provincia de Tawi Tawi, cercana a los archipiélagos malayo e indonesio. Una sociedad de casas flotantes, de mayoría musulmana – la importancia de la religión es determinante – y en la que tradición marca las pautas de comportamiento hasta el punto de que la bien avenida pareja protagonista, ante la imposibilidad por parte de ella de concebir hijos, decide embarcarse en una búsqueda desesperada de una segunda esposa para el marido que pueda tener el hijo que éste tanto desea. De pueblo flotante en pueblo flotante, negociando y vendiendo sus escasas posesiones para alcanzar la dote necesaria que consiga una buena candidata, asistimos al proceso con la fascinación propia de observar unos comportamientos que podemos comprender pero que resultan absolutamente ajenos a nuestros propios usos.


Brillante Mendoza se toma su tiempo – si conocen su cine, ya saben lo que les espera: un ritmo casi comatoso y mucho naturalismo en su puesta en escena – para mostrarnos la vida cotidiana de esa sociedad. A su favor tiene tanto el buen partido que saca de los parajes naturales en los que se mueve la pareja protagonista – no deja de resultar fascinante ese continuo fluir con el agua mientras viajan de pueblo flotante en pueblo flotante – como la voluntad de sortear el miserabilismo con el que demasiado a menudo coquetean otros autores filipinos contemporáneos. Por contra, el espectador puede sentir en algún momento que está asistiendo no tanto a una obra de ficción como a un documental de National Geographic que nos muestra de forma exhaustiva los usos y costumbres de los habitantes de esos archipiélagos, exotismos coloristas incluidos.


Sin embargo, lo mejor de la propuesta llega en el tramo final cuando Mendoza, probablemente consciente del amodorramiento en el que puede haber sumido al espectador, le recuerda que está ante una película con una historia. Y le golpea con ella en la cabeza hasta convertirla en una hermosa historia de amor y sacrificio de insospechada fuerza. Uno no olvida con facilidad el rostro de Nora Aunor al finalizar la película. Un buen comienzo para una séptima edición de Cines del Sur que promete depararnos muchos más motivos de alegría.



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